miércoles, 1 de febrero de 2012

Viruete & Fox (Pan con chocolate)

José Viruete y Paco Fox. El primero me ganó desde un principio. Fui suyo desde el primer te quiero (palabras dichas siempre con el cuerpo girado hacia la salida, en plan femme fatale). Al segundo fui asimilándolo poco a poco, como cuando empiezas a beber cerveza en los tiernos años de juventud y, con el tiempo, ya no puedes sentarte en un bar sin tener una en la mano. Un extraño dúo digno de una producción italiana de los 80 de Ruggero Deodato. Son la jet set de las absurdas minorías, la aristocracia de los pobres con guantes de vagabundo (esos que llevan recortados las puntas de los dedos). Pero sobre todo son muy necesarios.

Ácratas de lo correcto, clásicos con careta de Bogart y pijama de Terry Gilliam (y calzoncillos de corazones, de los de pata ancha). Son el pueblo que habla, el pueblo miserable, pero pueblo al fin y al cabo. Son la épica de lo chusco, tienen banda sonora rock de los años 80, sonando a entrenamiento de Rocky (o de cualquier otro). Y ahora nos invitan a reírnos de todo con su programa de TV Cinebasura, en los días de "Mentiras y gordas", cuando toda esperanza parecía desvanecerse en la distancia en estos días de falsa trascendencia y tetas sin sabor.

Son los príncipes del Internet patrio de Tod Browning, defensores de la luz que habita en las películas pirata chinas de kung fu que son copias de copias de películas malas chinas de kung fu, orcos borrachos en un mundo de elfos embadurnados en aceites esenciales. Son aquello que se agiganta sobre el alcor lejano de un poema de Machado, la sombra de un centauro flechador. Son chopped 5 jotas, el mejor muñeco de toro bravo que se vende como souvenir en Sol, la mejor cámara falsa con diapositivas de la Manga del Mar Menor, la mejor copia barata de una película de Disney.

Sus siluetas de personaje de cómic de Will Eisner bien podrían haber llenado páginas y páginas de la Metal Hurlant. Representan el más puro anhelo de felicidad de un niño, sin red, sin remordimientos ni cuentas pendientes. Reivindican el derecho a hacer el tonto, a pintar con los dedos y comer con las manos. Son como mezclar la plastilina, como dibujar en la pared, como visionar furtiva e ingenuamente una peli porno por primera vez, como la peor película de Chuck Norris o de Michael Dudikoff. Diversión a un nivel de pan con chocolate.

2 comentarios:

  1. Lo mejor es que mi Snowymary, al leerlo, alabó el estilo literario. Pero añadió: "Pero Paco, ¿es que has enseñado los calzoncillos en directo"? Pa que veas lo cerca que has dado con la metáfora.

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  2. Muy buenas, siempre es un honor tener al auténtico "Fantastic Mr. Fox" por aquí. :D

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